Por cuestiones procesales, caería el juicio contra violador de menores

En Río Negro, el acusado podría ser sobreseído si a fines de agosto no se cumple el plazo de juicio e impugnación. Una de las víctimas, sobrina del acusado, fue abusada desde los 11 años. La familia espera que el TSJ rionegrino apure el proceso.

Revictimización: palabra que juega un rol fundamental para entender la gravedad de la situación de Juli. Ella fue víctima, siendo menor, de su tío abusador y nuevamente víctima, a partir de la denuncia, de un proceso judicial que parece más desvanecerse que lograr justicia.

“La primera vez que pasó fue cuando Juli tenía 11 años, ella estaba jugando y él (su tío materno) se acercó y le tocó la vagina mientras le daba un beso en el cuello. Juli no entendía qué pasaba, quedó perpleja. Desde ese momento, cada vez que ella, junto a su hermano, iban a pasar unos días a casa de su tío para jugar y compartir con su primo, que tiene un año menos que ella, él abusaba de ella. Para Juli, su tío era como un segundo papá, en quien confiaba. Al fin y al cabo, era el hermano menor de mamá”, relata Cynthia, madre de la víctima, quien además agregó: “todos los abusos fueron en Villa Regina y uno, el más grave, en la localidad de Miramar, en unas vacaciones de verano, donde la violó. Luego de cada abuso él la golpeaba, la culpaba y amenzaba”.

Según consta en los informes, tanto, sicológicos como siquiátricos, la víctima aun sufre de “estrés postraumático a causa del abuso sexual infantil sufrido”.

Cuando pudo relatar los ataques, los padres de Juli realizaron la denuncia, el 30 de abril de 2021, que, por haber sido en su mayoría en la casa de violador en Villa Regina, Río Negro, quedó a cargo de la fiscal Vanesa Cascallares. Y fue entonces cuando comenzó un nuevo proceso, uno que se extiende convenientemente para el violador y que es el inicio de la llamada revictimización. Las primeras medidas investigativas comenzaron el 25 de agosto de ese año, se formularon cargos por abuso sexual, reiterados, agravado por ser el imputado el encargado de la guarda de la menor y por resultar un grave daño en la salud mental de la víctima, todo en concurso ideal con coacción (amenazas).

“A partir de ahí, todo se tornó difícil para avanzar. Turnos de pericias que fueron suspendidos y reasignados de tal modo que lo debió demorar entre dos o tres meses, llevó casi 9 meses realizarlo. Lo mismo sucedió con las audiencias, que eran fijadas y a días de su realización, se suspendían y reprogramaban”, relata la madre de la víctima.  Todas las medidas dilatorias eran hechas a pedido de la defensa técnica del imputado. Tras más de tres años desde la denuncia penal, finalmente se llegó a la etapa de juicio. El debate debió realizarse a fines de mayo de este año, pero no sucedió. Unos días antes de su inicio, nuevamente se notificó la suspensión y reprogramación, por lo que el juicio se pospuso un mes más.

Entre tanto, si la situación procesal del imputado no queda resulta para el 25 de agosto próximo, es decir que haya transcurrido la audiencia de juicio y la de impugnación, la defensa podrá solicitar el sobreseimiento, abriendo una nueva etapa de discusión procesal que, como tal, llevará más tiempo sin respuestas para la víctima.

“Juli era una niña alegre, segura, determinada, que acababa de finalizar su primaria cuando comenzó toda esta violencia, por lo que ya en el secundario era una chica retraída, insegura, que evitaba salir y que cuando pudo recordar las situaciones por las que le hizo pasar, se destruyó. Atentó contra su vida, motivada porque él la había convencido de que eso había pasado por culpa de ella. Dejó de comer, llegó a pesar 42 kg, con 1.70 de altura. Perdió todo interés social. Comenzó terapia, y todavía hoy, 9 años después de los abusos, está medicada por el psiquiatra. Cada vez que el proceso tiene un traspié, ella tiene una recaída porque vuelve la voz de él a resonar en su interior diciéndole que no le van a creer porque ella era la responsable. Hace más de tres años desde que Juli tuvo el valor de hablar, de denunciar. Porque hay que ser valiente para enfrentar a tu agresor, pero también hay que ser valiente para pasar por un proceso judicial habiendo sido víctima desde los 11 años”, agrega Cynthia. 

Lo que hoy piden desde la querella y, sobre todo, Juli con su mamá, su papá y sus hermanos, es que “no se siga prorrogando el proceso y que se obtenga una respuesta antes de que opere el vencimiento el próximo 25 de agosto, porque si eso sucediera, el proceso continuaría extendiéndose por reposición de plazos, y revictimizando a Juli, quien sigue esperando respuesta”.

Cada prórroga, cada nueva espera, reaviva el dolor, la justicia se convierte en una aspiración que poco a poco se diluye, atentando nuevamente contra su salud mental. Juli tenía 16 años cuando lo contó, en estos días cumple 20 años, fue paciente y esperó, ya soportó y lloró las idas y venidas del proceso. El dolor no puede extenderse. Así como Juli, muchas necesitan justicia para comenzar un camino de sanación.

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