“Para vos, bolsita de látex cargada de aire…”

«No pretende ser esta una apreciación original. He leído y escuchado varias veces la palabra resentimiento y odio a lo largo de esta semana. Generalmente puestos, arbitrariamente, ambos sentimientos, en los sectores populares.

Algunos te odiarán y sentirán resentimiento en algunos sectores populares, creo que ambos sentimientos están ligados al concepto de hegemonía o si te gusta “colonización mental”.

Quien odia lo hace frente a un enemigo y el enemigo existe en tanto exista una disputa por algo a lo que asignamos valor y  la verdad, es que no comparto un carajo los valores que sustentás como amanuense o vasallo del sector dominante de nuestro país.

Así que exímanme del odio como sentimiento. Tampoco creo detentar el resentimiento que se asocia con un viaje al interior de uno mismo y también tiene que ver con una escala de valores. Al igual que muchos, no detento un resentimiento del tipo que los sectores dominantes ponen en nosotros los subalternos. Su modelo de éxito, tan monetario, creo que hace mucho que la contracultura que busca otro modelo lo desechó por inservible. Quiero hablar de INDIGNACIÓN.

Escala de indignaciones

Puedo equivocarme, pero me parece que es una palabra que nos otorga identidad a muchos de nosotros (debo saludar a aquellos españoles que encontraron en la palabra indignados una síntesis del sentimiento de los que buscan salir de esta letrina).

Es difícil hacer una escala de indignaciones. Este gobierno nacional y el provincial, que va a la cola, han llenado la bolsa de indignaciones.

Puede que la indignación no tenga derechas e izquierdas, es simplemente sentirse indignos de este gobierno que entrega nuestra soberanía nacional traicionando aún a muchos de sus electores. No a todos, está claro, hay muchos que entienden la soberanía como el título de propiedad al que han accedido, pero para los que elegimos vivir en sociedad en este territorio que es la Argentina, respetando sus leyes, aunque no las hemos discutido y queremos cambiar a muchas de ellas, nos indigna esta concepción casi medieval del territorio como coto feudal, y los gobernadores parodian nobles lamiendo las botas del rey y pidiendo canonjías y permisos para vender tierras a la burguesía extranjera en busca de algunas monedas que alimenten su mudanza rápido a la corte .

Nos indigna su conservadurismo tan de “especie en fuga”, capaz de generar un suicidio colectivo, al estilo de una secta fanática que propone el paraíso al fondo del precipicio, sin otro sustento que la ignorancia de sus seguidores y la miopía de sus sacerdotes.

Indigna la mentira soez y los mentidos justificando que otros también mintieron y tratando de democratizar la mentira, los mentirosos y los mentidos.

Indigna el no querer saber, mientras se habla de calidad de la educación pública, cuando escondés la trampa del intento de deslegitimar a quien les muestra la mentira.

Indigna la mentira del derrame como manifestó Hugo Arana en estos días, mientras te comés lo que queda del mundo esperando su muerte en el salón de fiestas.

Indigna tu pendular gregarismo-individualismo ignorante. Indigna la pestilencia putrefacta de tu propuesta cargando el sarcófago, con tus propuestas de derrames nucleares (que parece ser lo único que vas a derramar, chavalín) y el mundo para pocos, mientras esperás un milagro como todo sacerdote, mientras bailan los ojitos de lado a lado de tus creyentes azorados esperando el final de los no creyentes. Indigna ser representados por vos que aún no exploraste la capa límbica de tu cerebro. Sé que usás bien la reptil y primate, has sobrevivido bien en este mundo cuya hostilidad pregonaste y pregonás. Pero usás la razón sólo para ventilar el olor, cabrón, mientras vas defecando la basura que generás por esa conducta de pacman de necesidades superfluas.

Indigna tu cobardía de no animarte a más, la cobardía de dar siempre las mismas explicaciones y justificaciones para defender privilegios y democratizar esperanzas.

Te quejaste de que “la yegua” hablaba mucho y la verdad es que vos me sacaste hasta las ganas de prender la radio porque hablás poco pero cada palabra satura por su estupidez. Tus explicaciones al son del clarinete, tan doña rosa, han logrado el mejor ataque a la calidad de pensamiento, no necesariamente educativa porque vos te educaste para eso, y han repercutido hondo en la lorada (ni siquiera barranquera, porque volar les da miedo.)

Te odian quienes creen que tenés algo que les pertenece y la verdad es que podés meterte todo lo que tenés en el rincón de tus sentimientos. No tenés nada mío, al fin y al cabo, el mundo no me pertenece, mirá vos, acabo de darme cuenta que también sos iluso. Todo tu andamiaje descansa sobre una fantasía, hasta tus leyes.

La verdad es que me indigna la basura con la que me rodeás todos los días, con tus propuestas pestilentes desde la radio, la TV, periódicos y tus trolls, y me asquea, pero no siento asco, porque el asco solo aumenta mi indignación.

Documento político de la agrupación maragata: “Naide es más que naide”

 

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