Todo tipo de reflexión y no solo la política, requiere de algunas condicionantes. Son pocas, son simples, son claras, pero son vitales.
Lo primero es el Tiempo. Necesitamos estos días para reflexionar profundamente sobre lo ocurrido, poniendo el foco en el asunto primordial: la Patria.
Por eso no cabe ya reclamarle al otro sobre lo que votó o eligió hace cuatro años. Con la misma información que teníamos antes, y la misma idéntica opinión, debemos demostrarle a los otros que algo nuevo en el horizonte está por surgir.
Mirando lo ocurrido, ya no hay tiempo para mucho más.
Ahora mismo, millones de argentinas y argentinos no atraviesan precisamente su mejor momento.
Las condiciones concretas de la vida cotidiana no favorecen a las mayorías. Todo lo contrario.
El tiempo se nos escurre entre los dedos.
En el camino al trabajo, en la sala de espera de un Pueblo en alegría, nos tiene hoy a pocas horas de un día clave.
Esta vez es fácil la elección.
Desde la pantalla del televisor, a la pantalla del ordenador o a la pantalla del Smartphone, las cosas nunca estuvieron tan claras.
No podemos permitirnos el lujo que más rionegrinos y argentinos caigan por la canaleta de la historia a los niveles más bajos y oscuros de la condición humana.
Si lo permitimos, como dice la antigua forma de juramento, que Dios y la Patria nos lo perdonen.
Porque nuestros niños y abuelos; nuestros obreros y trabajadores; nuestras artesanas y pequeños productores; nuestros empleados y desocupados jamás lo perdonaran.
Como un 17 de octubre nuevo, el 11 de agosto es Fernández – Fernández.