En estos días conocimos la lamentable noticia que nuestro país tiene un millón y medio de nuevos pobres. Indudablemente erradicar la pobreza no es tarea sencilla, pero por lo menos para intentar hacerlo, es necesario conocer sus raíces y atacarlas con soluciones viables.
Según un informe de la Universidad Católica Argentina, del Observatorio de la Deuda Social de nuestro país, la pobreza aumentó un 32, 9 por ciento en el tercer trimestre de 2016 y la indigencia subió a 6,9 por ciento. En casi un año 1,5 millones de personas pasaron a ser pobres y 600 mil cayeron en la indigencia.
Podemos definir la pobreza como la incapacidad para satisfacer las necesidades fundamentales de la vida en la sociedad humana. La pobreza es hambre, carencia de techo, vivienda inadecuada, acceso escaso o nulo al agua potable, falta de acceso a la atención médica o de recursos para pagarla, desempleo, analfabetismo, ausencia de posibilidades de progreso y falta de acceso a la educación.
¿Cómo es la vida del pobre? Quien lleve una existencia holgada tiene que hacer un gran esfuerzo por comprender. ¿Puede usted imaginar lo que sería mudarse de su casa a un espacio de una o dos piezas hecha de barro y palos, o madera, cartón o plástico juntados de la calle?
Si fuera un poquito menor su penuria, tendría una habitación en algún edificio viejo, hacinado y desbaratado, sin vidrio en las ventanas, sin calefacción, sin agua corriente ni estufa, sin refrigerador, sin ducha, ni baño con los servicios indispensables. Tendría unos pocos muebles (y desde luego, ningún aparato eléctrico; como radio, computadora o televisor).
Quizá tuviese como posesión un traje viejo y un par de camisas, o tal vez un par de vestidos. Posiblemente tendría un par de zapatos. No habría cartero para traerle las cartas, ni bomberos ni ambulancia para casos de emergencia. No habría teléfono para llamar a nadie. Los caminos que conducen al lugar donde vive, carecen de pavimento y son casi intransitables cuando llueve. La escuela u hospital más cercano queda a varios kilómetros, y como usted carece de automóvil y bicicleta, tiene que ir allá a pie—siempre y cuando la salud le permita caminar.
En casa, usted tiene solamente unos pocos comestibles, aunque gasta el 70 por ciento de sus escasos ingresos en alimentar a su familia.
Usted sufre porque no tiene los medios para dar educación a todos sus hijos. No tiene manera de mejorar su propio nivel educativo y le falta dinero para emprender algún pequeño negocio que pudiera sacarlo de la pobreza.
Esta es la vida real, de todos los días, para miles de argentinos atrapados en el yugo de la miseria.
Fuente: El Mundo de Mañana- Adaptación personal-
¿Qué dice la Biblia acerca de la pobreza y los pobres?
Tanto la Biblia como la historia indican que el egoísmo, la inequidad y los actos de opresión económica, vienen de antiguos tiempos. La Palabra de Dios entre otros de sus textos que se refieren al tema dice:
“Cuando haya en medio de ti menesteroso… no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano contra tu hermano pobre, sino abrirás a él tu mano liberalmente, y en efecto le prestarás lo que necesite” (Deuteronomio 15:7-8). Estas instrucciones prohíben explotar a los pobres y a los trabajadores y advierte a los más prósperos que deben tratar con generosidad a los menos afortunados.
Pastor Aldo Pier
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Face: Aldo Daniel Pier