La educación sexual desde una perspectiva integral vinculó, durante más de una década, sus contenidos y saberes con la vida de los y las estudiantes. Impulsó una educación para la sexualidad abierta y respetuosa de las ideas y opciones. Hoy, a 15 años de la sanción de la Ley Nº 26150 -que creó el Programa Nacional de Educación Sexual Integral-, como sociedad madura llegó el momento de que demos un paso más, de que la ESI trascienda la escuela, para instalarse desde la transversalidad en toda la comunidad, a través de diferentes vías y agentes multiplicadores.
Durante mi recorrido por el Ministerio de Educación y Derechos Humanos de Río Negro, especialmente cuando me desempeñé como Directora de Educación Inclusiva y Especial -de 2017 a 2019-, trabajé en pos de que esta política pública educativa garantizara el derecho de las y los estudiantes rionegrinos a recibir formación integral respecto a temáticas vinculadas con la sexualidad. Siempre apuntando a promover, tanto el conocimiento intelectual y la transmisión de información científica y confiable acerca de la prevención de riesgos, como la construcción paulatina de actitudes, sentimientos, valores y habilidades para el ejercicio de una sexualidad sana, segura, responsable y sin riesgos.
Si bien la escuela fue ese espacio privilegiado de transmisión y circulación de conocimientos, información y valores socialmente significativos, la pedagogía de la sexualidad propone un abordaje transversal, que trascienda la escuela. Por eso, y porque somos seres de encuentro y necesitamos de los otros y las otras para ser, creer y pertenecer, la ESI debe llegar a la comunidad toda, amplia, sin distinciones y con el conocimiento, el derecho y la posibilidad de que cada uno y cada una construya su propia identidad.
Necesitamos que la Educación Sexual Integral se instale en los ámbitos comunitarios, aquellos que son transitados de manera cotidiana por nuestros vecinos y vecinas. Necesitamos hacerlo para hablar de diversidad sexual y que todos y todas puedan pensar en la promoción de derechos de igualdad en los diversos ámbitos sociales que compartimos.
El camino siempre es la concientización y sensibilización, que nos permiten desarrollar un trabajo de autorreflexión y aceptación que rompa con nuestras propias ataduras, mitos, miedos y tabúes.
Es a través de la ESI, la educación no sexista, que se propone una educación inclusiva, con acciones vinculadas a la convivencia, tendientes a la aceptación y el respeto. Aprender a relacionarnos así es un pilar esencial: implica valorar los sentimientos, escucharnos y -como ya mencionamos- deconstruir estereotipos y aceptar las diferentes expresiones en un marco de crecimiento personal y colectivo.
A 15 años de contar con la Ley que creó la ESI, valoro muchísimo a quienes siguen trabajando en este sentido, por fuera de los contextos institucionales establecidos y dispuestos a sumar todos aquellos que sean posibles y necesarios.
Que nadie quede afuera. Es con todos y todas. Es ahora.
Por Maricel Cévoli
Presidenta Concejo Deliberante de Viedma