Durante años, un joven convivió con una duda que marcó su vida: ¿quién era su verdadero padre? En su partida de nacimiento figuraba el esposo de su madre, ya fallecido, quien lo había reconocido legalmente como hijo. Pero con el tiempo, las certezas comenzaron a tambalear. Decidió buscar respuestas y recurrió al Poder Judicial.
Impulsó un juicio de impugnación de filiación. Un análisis de ADN descartó la paternidad del hombre que lo había criado. Esa confirmación no cerró la historia: fue el inicio de otra búsqueda.
Con una pista genética en la mano, decidió seguir adelante. Se sometió a un cotejo con otro hombre que creía podía ser su padre, pero el resultado fue negativo. Sin embargo, el estudio reveló algo inesperado: ambos compartían el mismo linaje paterno. Esa señal lo llevó a pensar que el verdadero progenitor estaba en el entorno familiar de ese individuo. Con esa hipótesis, apuntó hacia su hermano e impulsó una nueva prueba de ADN.
El nuevo proceso incluyó un estudio genético con muestras del joven, de su madre y del hombre señalado como presunto padre. El resultado fue categórico: la probabilidad de paternidad superó el 99,99999999998 por ciento. A partir de esa conclusión, el tribunal le otorgó al demandado la posibilidad de realizar el reconocimiento voluntario en el Registro Civil. No lo hizo. En su lugar, presentó objeciones y pidió una nueva pericia. Su planteo se consideró extemporáneo.
De todos modos, el laboratorio forense respondió y ratificó el informe original sin modificar sus conclusiones. Confirmó la validez técnica del análisis y sostuvo que no existían dudas sobre el vínculo biológico.
El hombre cuestionado continuó con sus objeciones y planteó supuestas fallas en la metodología, aunque no presentó nuevas pruebas. Insistió en que el estudio no descartaba otras posibles relaciones de parentesco, pero el expediente ya contaba con elementos suficientes.
La causa concluyó con la confirmación de la sentencia dictada en primera instancia. El Poder Judicial estableció la existencia del vínculo filial y rechazó los planteos presentados.
Finalmente, el joven logró transformar una sospecha en certeza, y esa certeza en una resolución legal.
Cuerpo de Investigación Forense: 824 extracciones para ADN
El Cuerpo de Investigación Forense (CIF) del Poder Judicial de Río Negro realizó 824 extracciones de muestras biológicas para estudios de ADN a lo largo del último año. Estas prácticas, claves en causas de filiación y en procesos vinculados al derecho de identidad, se llevaron a cabo en las cuatro circunscripciones judiciales de la provincia pero se procesan en el Laboratorio Regional de Génetica Forense de Bariloche.
Las extracciones —que incluyen hisopados bucales y toma de sangre— forman parte de las intervenciones médicas que los tribunales requieren en distintos tipos de procesos. La demanda de pruebas genéticas se concentró principalmente en expedientes del fuero de Familia.
Durante el año pasado, el CIF procesó 8.823 ingresos de solicitudes y finalizó 6.276 prácticas forenses. Además, registró 5.251 interacciones entre profesionales, equipos técnicos y autoridades judiciales, lo que refleja el volumen de actividad y la articulación operativa de los equipos.
Las muestras para ADN se ubicaron entre las diez intervenciones más frecuentes del año, junto a las juntas interdisciplinarias, los exámenes físicos, las cámaras Gesell y las intervenciones por lesiones y abuso sexual. La información surge del informé estadístico que elabora el Centro de Planificación Estratégica del Superior Tribunal de Justicia (STJ).