Una abuela y sus nietos dejaron la plaza: el invierno forzó un nuevo lugar de encuentro

Desde noviembre pasado, los sábados se convirtieron en días especiales para una abuela de Cipolletti que aguardaba ansiosa la llegada de sus dos queridos nietos. El lugar de encuentro era una plaza cercana, un espacio abierto que pronto comenzó a verse afectado por la llegada del invierno.

Cada sábado por la mañana, la abuela se levantaba temprano y se preparaba con esmero para recibir a sus nietos. El frío penetrante se hizo sentir desde mayo y con el paso de los meses traía consigo gélidas heladas. Ella se envolvía en su abrigo más grueso y tomaba el camino hacia la plaza. 

La plaza, que en meses más cálidos era un lugar de risas y juegos despreocupados, ahora se veía transformada por la llegada del invierno. Los bancos estaban cubiertos de escarcha y las ramas de los árboles se sacudían con el viento helado. Los niños, con guantes, bufandas y gorros, intentaban jugar entre los charcos congelados y el césped endurecido por la helada. 

A medida que las temperaturas seguían bajando, la situación se volvía cada vez más difícil. La abuela notó cómo el frío intenso empezaba a hacer mella en su salud y el ánimo de sus nietos. Las inclemencias del tiempo no solo hacían incómodos los encuentros, sino que también limitaban la posibilidad de disfrutar plenamente del tiempo juntos.

Decidida a encontrar una solución que protegiera a sus nietos y les permitiera seguir compartiendo momentos valiosos, la abuela presentó una solicitud ante el fuero de Familia del Poder Judicial. Propuso trasladar las visitas a su propio hogar donde los niños pudieran jugar y pasar el tiempo sin las limitaciones del frío. Sugirió que las visitas se realizaran los lunes, de 10:00 a 19:00 horas, con la esperanza de que el cambio fortaleciera aún más los lazos familiares.

La intervención de la Defensora de Menores marcó el inicio de una serie de trámites judiciales. El informe del equipo técnico confirmó que, pese a las diferencias familiares, había una disposición a llegar a un acuerdo. Finalmente, se decidió que los encuentros se realizarían en la casa de la abuela con la presencia de la madre de los niños y del hermano mayor, que es adolecente y está al cuidado de la propia abuela. 

La sentencia no solo brindó una solución práctica para las visitas, sino que también reconoció la importancia del vínculo entre abuelos y nietos. En cada uno de estos encuentros, la abuela pudo ofrecer a sus nietos no solo su amor incondicional sino la posibilidad de que fortalezcan el vínculo con su hermano mayor. Para poder realizar el trámite, la mujer contó con la asistencia de la Defensa Pública de forma totalmente gratuita.

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