Patagones. Este mes entramos en un nuevo ciclo electoral. El número 17 de la nueva era democrática iniciada en 1983. La TV, los diarios y las Redes Sociales incrementan sus espacios de información y debate político, de manera similar a como se van encendiendo las luces sobre el escenario de un teatro: Mostrando poco a poco distintas partes del mismo.
La información sobreabunda y el debate es complejo.
Hay quienes afirman que esta es una obra más como tantas otras. Una elección legislativa donde solo se renuevan bancas en diferentes parlamentos que en nada cambiarán las cosas. Hay otros que no conformes con ello le agregan dramatismo a la cuestión y a ese hecho objetivo le añaden la característica plebiscitaria del gobierno de turno, con el agravante que de perder el oficialismo sería como si el guarda de un tren le picara el boleto al pasajero avisándole que el viaje se le termina en la siguente estación.
Cómo críticos del arte escénico se presentan analistas que aventuran números, proyectan votos y conjeturan futuros. Y hay comunicadores que montados sobre ello elucubran teorías de las más diversas.
El abanico de posibles escenas y finales para ponerle a la obra que estamos por ver es tan amplio como la grilla de programación de la TV desde C5N a TN, o la línea editorial de los diarios desde Página/12 a La Nación. Incrementada por la acción de ‘community managers’ y ‘trolles’ que viralizan y tergiversan todo tipo de mensajes por las Redes Sociales.
En este contexto escuchamos y leemos hipótesis tan variadas como sorprendentes: Que gana Cristina y su arremetida será tan contundente que obligará a Macri a tomar el mismo helicóptero de llevó a De La Rúa a abandonar la Casa Rosada en aquel fatídico diciembre de 2001. Que gana Cristina con lo justo, pero si bien el triunfo le permitirá presentarse como candidata en 2019 tendrá la misma suerte que Menem en 2003 y no llegará a ocupar el Sillón de Rivadavia por tercera vez como lo logró Perón. Que Cristina será derrotada por Gladys González y la humillación será tan grande que abandonará la política para retirarse a tejer bufandas en Ezeiza. Que ganará Massa y todo el peronismo se encolumnará tras de él para ir por la presidencia en 2019. Que ganará el gobierno y le permitirá hacer las cosas que no pudo hacer hasta ahora porque necesitaba una nueva victoria que impulse el cambio.
Así vemos que hay quienes ya le pusieron final a la obra y otros que lo ovacionan, pero el escenario recién está empezando a iluminarse y los espectadores recién están ingresando a la sala. Así todo lo imaginado es sobre la base de lo visto en el escueto ‘programa’ de la obra que se entrega a la entrada del treatro.
Esta metáfora teatral vine a cuento para ilustrar el actual escenario electoral que estamos viviendo por estas horas. Todos los análisis y conjeturas que se están haciendo en este momento es sobre la base de un selecto grupo de electores: los más politizados, los más informados. Pero cuantitativamente hablando ese grupo es pequeño.
En un reciente estudio de opinión pública realizado en el partido de Patagones por la consultora que comparto con la Licenciada Eliana Medvedev Luna, consultamos a la gente sobre su grado de conocimiento, interés y acercamiento político hacia algún espacio y nos encontramos con las respuestas que se muestran a continuación:
Los ciudadanos más politizados, los más informados, los más interesados en ‘saber de qué se trata’, los más activos en las redes sociales y en los comentarios al pie de página en los diarios digitales son aún una pequeña minoría: no superan el 25%… el 75% restante está conformado por esa inmensa mayoría silenciosa que aún no se ha manifestado. Que irá tomando contacto con el escenario político de a poco a medida que avance la campaña hacia el 13 de agosto. Y recién ahí, cuando se encienda la luz final y se corra el telón, será cuando empecemos a ver de qué se trata la obra y cómo cae la misma en los espectadores.
Pablo Gustavo Díaz
@pablogusdiaz
Consultor en comunicación política e internet marketing