El autor del texto se refiere al recurrente tema de la soledad, a partir del testimonio de una oyente de una radio que le transmite en sus palabras, pero principalmente en su modo de expresión, una tristeza profunda que le llama poderosamente la atención.
Una de estas noches, estaba escuchando la radio, en realidad varias radios, cambiando permanentemente las frecuencias en el dial, mientras saboreaba unos exquisitos mates amargos. La tecnología me va y me viene. No doy la vida por Internet sino más bien la utilizo para recabar datos necesarios para las distintas funciones que cumplo en el diario vivir y por razones de contactos con seres queridos y otros no tantos.
La radio portátil, a la vieja usanza, como mis tías cuando preparaban la merienda cuando llegaba de la escuela, siempre prendida, ahí arribita de la heladera o en la mesa de madera del patio, sí….esa que tenía mantel de plástico, de fondo verde agua con dibujos de flores, peces de colores y sapos. La radio siempre me acompañó, de chiquilín, nunca está ausente.
Cuando me hice grande viví 20 años hermosos trabajando en varias emisoras de radio, creando, leyendo, contando historias a veces alegres o tristes, haciendo muchos amigos y algunos pocos enemigos. Cuando me casé, la radio me acompañaba siempre que nos íbamos de vacaciones en el coche o en el bolso, la que llevaba a la playa o a la montaña. Nacieron los niños y no solo me rompieron varias radios, también algunas linternas…cosas de chicos. Siempre que ando por ahí, pregunto el precio, las miro y si me gusta alguna la compro. Me miran como a un bicho raro, en fin. Vuelvo a lo de las otras noches, escuchando varias radios, hasta que encontré un programa que se dedica a contactar gente. Juro que nunca me gustaron este tipo de programas, ni tampoco esos programas pasatistas, donde el saludo y la publicidad se mezclan con la mediocridad. Pero en ese momento, hubo una voz que me llamó poderosamente la atención.
Era una mujer joven, que sonaba más bien como apagada, sin fuerzas, triste …como si la vida le hubiese quitado algo o le estuviese aplastando el pecho. Daba su número telefónico, su nombre, la localidad donde residía y reclamaba como otros oyentes conocer a alguien para concretar “una amistad”. Así lo dijo, pero con cierta desesperanza. Una desesperanza tal que hasta al propio conductor del programa le llamó la atención. Este último volvió al aire para darle ánimo, le dijo algunas cosas, que no vienen al caso, pero con la intención de que le ponga más ganas a su vida, porque iba a encontrar seguramente gente que quisiera conocerla. Tras estas palabras opté por apagarla y esperar a la madrugada algún otro programa que cada tanto escucho, sobre historias y biografías.
Apagué el aparatito y mientras seguía bebiendo mis últimos amargos, pensaba en la soledad. Porque pienso que la soledad tiene su lado positivo y negativo. Es decir, para algunos es algo terrible, insoportable. Hay gente que no puede vivir en soledad, necesitan permanentemente de alguien a su lado por eso la desesperación que genera la soledad ha generado que tantos poetas y cantantes la mencionen en sus letras. Otros por el contrario, disfrutan mucho de la soledad, es algo que no les pesa. Es más… la buscan, van a su encuentro. Inclusive hay practicantes y maestros de actividades espirituales hinduistas, yoguistas, amantes del Zen entre otras, que la proponen como necesaria. En eso reflexionaba, en las dos caras de la soledad.
Pensaba por ejemplo que a algunos les resulta insoportable porque aún no han resuelto parte de su vida. También por supuesto influye el entorno, el medio ambiente, la ciudad en la que se vive o pueblo, la información que se consume, la vida que se lleva, factores a tener siempre en cuenta a la hora de analizar algunas cuestiones, porque de eso se trata el pensar ¿no?, ver todas las instancias de la vida, no sólo determinadas situaciones. Somos un puntito en el planeta, tan sólo eso y es tan grande lo que nos rodea…estamos quizá tan desprotegidos que algunos se lo toman muy a la tremenda y otros hacen caso omiso y disfrutan de tanta inmensidad y tanta locura porque piensan que la vida es para vivirla y así se supone que debe ser. Pensaba también que todos tenemos una historia distinta o mejor dicho un pasado distinto y es ahí donde tenemos nuestro punto de partida que luego nos irá moldeando para bien o para mal. La soledad es un tema recurrente en nuestras vidas y creo que en algún momento, todos pasamos por sus amplias veredas….
*Fabio Medín